Lo que criticas en los demás habla más de ti de lo que crees
Hay personas que parecen llevar un reflector enfocado en los demás, señalando errores, juzgando, reaccionando con enojo o sintiéndose constantemente ofendidas. Y piensas: ¿Cómo puede ser así?
4/28/20254 min leer
Imagina que caminas por la calle y ves a alguien criticando a otro con intensidad. Tal vez lo has vivido: personas que parecen llevar un reflector enfocado en los demás, señalando errores, juzgando, reaccionando con enojo o sintiéndose constantemente ofendidas. Y piensas: ¿Cómo puede ser así?
¿Y si te dijera que, en realidad, ese reflector no ilumina al otro, sino que proyecta lo que esa persona lleva dentro?
🪞 El espejo de nuestras emociones
Cuando reaccionamos con juicio o rechazo hacia algo en otra persona, rara vez nos detenemos a preguntarnos: ¿Qué parte de mí se está reflejando aquí? Pero nuestras emociones no surgen al azar; están conectadas con nuestras experiencias, creencias y heridas.
Piénsalo: ¿por qué algo que a otra persona le pasa desapercibido, a ti te molesta o te hiere? Es porque toca algo dentro de ti.
Si alguien critica constantemente a los demás por ser “egocéntrico”, puede ser que en el fondo le cueste permitirse ser él/lla mismo. Si alguien se ofende con facilidad, tal vez hay una herida sin sanar que hace que cualquier comentario le afecte más de lo esperado.
Aquí entra en juego el principio del espejo: lo que nos incomoda en el otro, muchas veces es un reflejo de lo que no queremos ver en nosotros mismos.
· Cuando el problema deja de ser el otro
A veces, lo que más nos molesta en los demás tiene que ver con nosotros mismos. Por ejemplo:
• Si te molesta alguien que habla demasiado de sí mismo, ¿será que a ti te cuesta reconocer tus propios logros?
• Si te irrita la gente que no respeta los tiempos, ¿será que te exiges demasiado a ti mismo y te cuesta soltar el control?
• Si te duele que alguien no te escuche, ¿será que necesitas ser más claro con lo que pides?
Si ahora mismo piensas: “¡Pero no! Es que de verdad esa persona está mal”, te entiendo. Nadie dice que el otro no tenga cosas que mejorar. Pero aquí no se trata de justificar a nadie, sino de ver qué puedes hacer tú para sentirte mejor.
Porque cuando dejas de poner toda tu energía en cambiar a los demás y la enfocas en entenderte a ti mismo, tomas la responsabilidad de tu bienestar.
💡 ¿Qué puedes hacer con esto?
Ahora que sabes que las reacciones hacia los demás dicen mucho de ti, ¿cómo puedes usarlo a tu favor?
Primero, observa. La próxima vez que sientas enfado, rechazo o irritación hacia alguien, haz este ejercicio:
1. Piensa en alguien que te genere una reacción fuerte (ya sea enfado, rechazo o incomodidad). ¿Qué parte de mí se siente amenazada o tocada por esto?, ¿Qué emoción se esconde detrás de mi reacción? ¿Miedo, tristeza, inseguridad?
2. Escribe qué te molesta exactamente de esa persona.
3. Pregúntate: “¿En qué parte de mi vida yo también he hecho algo similar?” o “¿Qué me muestra esto sobre mí?”
4. Elige una acción consciente para transformar esa emoción en aprendizaje. ¿Cómo puedo hacerme responsable de esto en lugar de enfocarme en el otro?
El simple hecho de hacer estas preguntas cambia tu perspectiva. En lugar de dejar que las emociones te dominen, puedes usarlas para conocerte mejor.
👓 Un nuevo enfoque para la libertad emocional
Cuando te haces responsable de tus emociones en lugar de proyectarlas en los demás, recuperas tu poder. Dejas de sentirte víctima de lo que hacen o dicen los otros y empiezas a ver cada situación como una oportunidad de crecimiento.
Imagínate viviendo así: en vez de engancharte con críticas o comentarios, los usas como señales para explorar tu interior. En lugar de reaccionar automáticamente, eliges conscientemente cómo responder. Eso es verdadera libertad emocional.
El simple hecho de hacer estas preguntas cambia tu perspectiva. En lugar de dejar que las emociones te dominen, puedes usarlas para conocerte mejor.
Ahora bien, ¿y si en lugar de quedarte atrapado en la irritación, te dieras la oportunidad de mirar la situación desde otro lugar?
Aquí es donde entra un pequeño truco que puede cambiarlo todo: cambiar de perspectiva.
Tres formas de mirar una misma situación
Cuando algo te molesta en otra persona, puedes verlo desde tres ángulos diferentes:
1. Tu perspectiva (cómo lo vives tú): “No soporto que haga eso”.
2. La perspectiva del otro (cómo lo vive esa persona): “Tal vez no se da cuenta, o tiene un motivo que yo desconozco”.
3. La perspectiva externa (como si fueras un observador neutral): “¿Qué puedo aprender de esto? ¿Qué dice esta situación de mí?”
Hacer este ejercicio no significa justificar el comportamiento del otro, sino ampliar tu mirada para descubrir algo nuevo sobre ti mismo.
Te explico como hacerlo.
Un ejercicio para cambiar tu perspectiva
La próxima vez que algo o alguien te irrite, prueba esto:
1. Primera posición (tu punto de vista): Describe la situación, lo que ves, como te sientes, lo que haces y cuál es tu intención allí.
2. Segunda posición (el punto de vista del otro): Describe la situación, lo que ves, como te sientes, lo que haces en esa situación y cuál es tu intención allí, desde la posición de la otra persona, siendo al 100% la otra persona.
3. Tercera posición (observador neutral): ¿Y desde la posición neutral de observador, pregúntate: ¿Qué ves? ¿Qué necesita esta relación? ¿Para qué hace lo que hace? ¿Y qué recursos de tenerlos este conflicto sería resuelto?
Este simple ejercicio te da más claridad, amplía tu mirada y te da libertad emocional.
Porque cuando cambias la manera en que miras las cosas, las cosas que miras cambian.
¿Te animas a intentarlo? Yo estaré gustosa en acompañarte a explorar nuevas perspectivas.