Las emociones
El lenguaje que nunca nos enseñaron a escuchar
2 min leer
El ruido interno que ignoramos
Imagina que conduces por una carretera y, de repente, se enciende una luz en el tablero. ¿Qué harías? Probablemente te detendrías, revisarías qué está pasando y actuarías en consecuencia. Ahora, piensa en la última vez que sentiste enojo, tristeza o miedo… ¿Cómo reaccionaste? ¿Atendiste esa señal o simplemente seguiste adelante, intentando ignorarla?
Nos enseñaron a pensar, a razonar, a analizar… pero no a sentir. Y, sin embargo, las emociones son el sistema de navegación más poderoso que tenemos.
¿Qué son realmente las emociones?
Las emociones no son obstáculos, no son enemigas y no están ahí para hacerte la vida más difícil. Son mensajes, información pura sobre lo que está pasando dentro de ti y cómo estás interpretando tu mundo.
El miedo te alerta de un posible peligro. No es un enemigo, es un guardián. No viene a paralizarte, sino a invitarte a prepararte.
La tristeza te invita a soltar y reordenar. No es debilidad, es integración. Te ayuda a despedir lo que ya no tiene lugar en ti
El enojo no es peligroso, es un mensajero. Te muestra dónde han cruzado tus límites.
La alegría no es un lujo, es tu estado natural cuando vives alineado con lo que eres.
Cada emoción tiene un propósito. Pero cuando las ignoramos, reprimimos o negamos, se acumulan y terminan explotando en forma de ansiedad, estrés o incluso enfermedades físicas. Pero cuando las atiendes con compasión, la energía se libera, sientes alivio y tu poder vuelve a ti.
¿Y si en vez de huir comenzaras a escucharlas?
¿Qué pasaría si, en lugar de pelear con tus emociones, hicieras un compromiso con ellas? Un compromiso de presencia, de amor propio, de confianza en que cada sensación tiene un propósito.
Imagina cómo cambiaría tu vida si, en lugar de huir de tus emociones, las vieras como aliadas.
Sugerencia:
Cada vez que una emoción intensa aparezca, en lugar de reaccionar automáticamente, prueba esto:
Ejercicio de auto regulación:
Detente y respira.
No te apresures a “cambiarla”. Solo siéntela mientras le llevas aire a esa parte. Dale permiso de estar ahí.
Obsérvala y ponle nombre sin juicios.
¿En qué parte de tu cuerpo está? ¿Qué forma tiene? ¿Es un puño, un nudo? ¿Qué color tiene? ¿Se mueve o se queda quieto? ¿Es frustración, miedo, vergüenza? Llevar tu atención a esa parte hace que baje su intensidad.
Pregúntale qué quiere decirte.
¿Para qué estás ahí? Porque detrás de cada emoción, hay un mensaje importante, una necesidad por cubrir, una oportunidad de atenderte a ti mismo sin ir a buscar nada afuera.
Tus emociones no están en tu contra. Están a tu favor. Siempre.
Las emociones no son el problema. El problema es que nunca nos enseñaron a gestionarlas con conciencia. ¿Y si empezaras a aprender ahora?
Tu poder está en la conciencia
La próxima vez que una emoción te abrume, en lugar de pelear contra ella o rechazarla, lleva tu atención a lo que está pasando dentro de ti y respira conscientemente.
Porque cuando entiendes el lenguaje de tus emociones, dejas de ser su esclavo y comienzas a usarlas como brújula.
Si pudieras escanear tu cuerpo en este momento y observar en dónde estás sintiendo tu emoción, ¿en dónde dirías que está? ¿en el pecho, la garganta?
Porque cuanto más espacio le des a tus emociones, más espacio te das a ti mismo para ser.
Y ahora dime, ¿qué emoción te está hablando hoy?